Con un buen desayuno escocés hemos conducido hasta el castillo del clan MacRae, el más visitado de toda Escocia. Ésta es la imagen que más nítidamente hemos podido ver en todo el día. Desde que hemos entrado a la isla de Skye, no hemos podido ver mucho más que niebla, rachas de lluvia cayendo en horizontal y muchas cabras desperdigadas. Todo lo demás lo hemos intuído, pero en cualquier caso ha sido una aventura de lo más divertida e incluso cómica luchando contra el viento que apenas nos dejaba dar dos pasos sin tambalearnos. En Portree hemos podido entrar en calor con cerveza local y un dúo de folk escocés que te mantenía anclado a tu silla sin querer moverte ni para ir al servicio.
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¿A qué jugamos hoy?
- Nunca jamás muevas ficha.
- No apuestes a nada, aunque confíes en tu jugada.
- Si te preguntan, di muchas cosas sin decir nada.
- Finge, ocúltate, escurrete y rehuye.
- No corras el riesgo de decir lo que piensas, no vaya a ser que tengas razón.
- No hagas nada que no hayas hecho antes, ni te muevas a ninguna nueva posición.
- Si alguien se acerca, aléjate. Si se aleja, acércate.
- La mejor manera de no perder es no creer que puedas ganar algo.
- Tu principal oponente es la esperanza. Líbrate de ella.
- Sigue jugando.
Qué aburrido es jugar a ser cobardes. Ese juego que parece no pasar de moda en el que la regla principal es no mover ficha.
Qué aburrido es guardarse todas las cartas para una jugada que nunca llegará porque nadie se atreve a enseñar su mano.
Es un juego al que está prohibido perder y al que no se puede ganar. Consiste en correr en círculos a ver quién llega primero, asegurándose de seguir siempre detrás y delante de las mismas personas.
La única forma de ganar, algo, es perder el juego deliberadamente. Dinamitar las reglas del juego, saltárselas todas, de la primera a la última.
No siempre se puede elegir los compañeros de juego, pero se puede elegir no jugar más, o reinventar las reglas que estás dispuesto a seguir.
¿A qué jugamos hoy?
Hoy, no jugamos.
Fragmentos viajeros: Existen… Cosas
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Existen lugares en los que en verano a la playa se va en abrigo. Igual que existen manos frías que esconden corazones calientes. Igual que existen sonrisas escondidas tras labios fruncidos.
There are places where you will go to the beach wearing a coat. The same way as there are cold hands holding burning hearts. The same way as there are hidden smiles behind pursed lips.
Fragmentos viajeros: La vuelta al ruedo
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Liebster Awards II: La fuente de la felicidad
Hace unos pocos días me llevé la alegría de ser nominada a este premio a los blogs pequeños y poco conocidos, de mano de Sara Matos, dueña y señora de Saragrafías, a quien os recomiendo sin dudarlo si os gusta la poesía.
En esta nominación, en vez de 11 preguntas solo se nos ha hecho una. Sí, se que parece más fácil, pero os aseguro que la pregunta en cuestión me ha tenido pensando mucho más tiempo del que puedo tardar en contestar 11 preguntas random. Allá va.
¿Qué te hace realmente feliz?
Le he dado miles de vueltas a esto durante gran parte de mi vida y la conclusión es que hay cientos de cosas que me hacen feliz en el día a día. Porque la felicidad, para mí, viene a través de momentos. Me hace feliz viajar, respirar aire puro, un pedazo de queso, la sonrisa que alguien me dedica al cruzarse conmigo en la calle, una conversación profunda sobre la vida, una canción, el calor del sol en mi cara, el olor a sábanas recién lavadas al entrar en la cama, y así hasta el infinito de cosas.
Pero lo que me hace feliz no son esas cosas, sino mi actitud hacia ellas. Porque seamos sinceros, cuando me levanto con el pie izquierdo (gracias a dios no muy a menudo) el sol en mi cara quema y me ciega, las sábanas limpias están demasiado frías y si te fías algo húmedas todavía, una conversación profunda me frustra, ninguna canción me satisface y el queso ni lo abro, no vaya a ser que esté pasado y me ponga enferma solo de olerlo.
Entonces, la felicidad para mí es una actitud frente a la vida, una forma de ser, pensar y actuar en consecuencia y proviene de muchas fuentes.
La tolerancia, con uno mismo y con el resto, que nos hace aceptarnos y aceptar lo que nos rodea, no necesariamente estando de acuerdo, pero respetando.
El amor desinteresado, generoso, del que da sin intención de recibir. Da porque le nace y le reconforta.
El pensamiento crítico, para no quedarse estancado y comprar todo lo que te quieran vender. Para saber distinguir y crear nuestros propios criterios sin dejarnos manipular.
La curiosidad, como un motor de vida que nos lleva a descrubrir nuevos horizontes, y mejor aún, que nos permite revivir una y otra vez esa alegría inocente del niño que llevamos dentro, que siempre encuentra algo por lo que sorprenderse.
Pero sobre todo lo demás, la libertad. De elegir quién queremos ser y quién no, de no depositar tu felicidad en las manos de otros ni tener que depender de nadie para conseguirla. La libertad de compartir tu felicidad con otros, o no, o con estos sí y con aquellos menos porque no congenias tan bien. La libertad de que da igual el camino por el que vengas, que tu decides cuál seguir a partir de este momento.
Y ahora que he divagado un rato, me gustaría nominar a una de las nuevas adquisiciones que he añadido a la lista de blogs que sigo, porque su blog pinta de maravilla:
Mi pregunta para ella siguiendo con la temática profunda será, ¿qué vida crees que te haría feliz si pudieras elegir tu destino?
¡Espero no habértelo puesto muy difícil!
Un abrazo.