Todo trata de perspectiva. Nada es demasiado grande ni demasiado pequeño. Demasiado bueno, demasiado malo, demasiado bonito, demasiado feo, demasiado aburrido, demasiado increíble, ni demasiado de nada.
Hablo de mirar las cosas desde diferentes ángulos, porque entre el blanco y el negro hay un gran espectro de colores que no se deberían pasar por alto. Hablo de relativizar y no darle a nada ni a nadie mayor ni menor valor de lo que tiene.
Islandia es un lugar perfecto para poner las cosas, o a uno mismo, en perspectiva.
Ahí estás, lavándote los dientes por la mañana pensando en lo que vas a hacer con ese día, lo que no hiciste ayer, lo que te gustaría hacer mañana. De repente ves una montaña, esta montaña, y todo lo demás desaparece. Primero empiezas poniéndote a ti mismo en tu lugar y asumiendo lo pequeño que eres y lo insignificantes que son tus preocupaciones de cuando te lavas los dientes a la mañana.
Después pones en perspectiva todo lo que conoces hasta el momento, y decides que probablemente esa es la montaña más bonita que has pisado, con el verde más intenso que has visto.
Pocas horas más tarde…
Esta otra montaña, que puede que no sea tan verde pero que sigue siendo sin duda más grande que el mayor de tus problemas te hace poner en perspectiva a la anterior. Y a ti mismo, y a todo lo que conoces.
Pero esa misma noche…
Un cielo más grande y de un verde más intenso que ninguno de los verdes que conoces aparece para volver a trastocar tu concepto de las cosas.
Entonces empiezas a pillarlo (o igual no), pero todo trata de perspectiva. De desde dónde estás viendo las cosas, de con qué las comparas. Entonces blanco o negro no existe, ni tampoco existe la verdad. Sólo mi verdad, la tuya y la del de más allá.
«La vida es como una sinfonía,quien no viaja es como si sólo escuchase el primer movimiento»
Artist: Tarsila – Photo taken by Glocal Dreamer in Galway, Ireland 09/2014
No hace falta ser un experto en psicología de la música o en musicoterapia para intuir sus efectos positivos en nuestro día a día. Todo aquel que escucha música habitualmente se habrá dado cuenta del poder que ejerce en nuestras emociones. Habrá notado que cada estado de ánimo nos pide un tipo de música concreto, que se puede pasar de estar bolita en el sofá a estar motivadísimo saltando por el pasillo, o de estar estresado a sentirse en completa calma en menos de 30 minutos.
Hoy, sin embargo, no vengo a explicar los miles de beneficios de la música para la salud física y emocional de las personas ya que considero que hay demasiados artículos sobre el tema (si estáis interesados en la psicología de la música haced click aquí).
Este post lo escribo porque soy muy fan de combinar pasiones y me gustaría compartir los beneficios que he encontrado de la fusión entre escuchar música y viajar:
ANTES DEL VIAJE
Escuchar música antes del viaje no sólo ayuda a despertar las ganas de viajar, sino que es un fuerte motivador a la hora de organizar el viaje.
Mi recomendación es que cada uno cree su propia playlist con canciones que intensifiquen sus ganas de viajar. Pero además, recomiendo crear playlists diferentes para cada destino, con artistas autóctonos o que hable sobre los lugares que se planean visitar.
Yo por ejemplo, en mi último viaje a Islandia, creé una lista con imprescindibles islandeses como Of Monsters and Men, Sigur Rós y Björk, pero también intenté ir más allá con algunos artistas no tan internacionalmente conocidos como Pollapönk, Jonás Sig o Mugison, e incluso un poquito de música tradicional.
Sé Lest – Sigur Ros: Así suena Islandia para mí
Esto nos ayuda a trasladarnos mentalmente al destino, multiplicando nuestra curiosidad y ayudándonos a planificar el viaje con mucho más entusiasmo y ganas. También es muy positivo a la hora de crear un primer vínculo con nuestro destino. Un primer acercamiento en el que empezamos a entender rasgos de ese lugar, de su cultura, sus costumbres y su vida cotidiana.
DURANTE EL VIAJE
Sinceramente no soy muy partidaria de escuchar música durante el viaje, a menos que sea música en vivo, música callejera, la música del taxista o la música que resuena sobre un andamio mientras el pintor da pinceladas al ritmo de la canción.
Charity Children – Photo taken by Glocal Dreamer in Mauerpark, Berlin 09/2015
Hay que aprender a escuchar al destino sin distracciones y disfrutar con sus sonidos, no sólo con sus paisajes. La mejor manera de vivir un viaje es utilizando los 5 sentidos en todo momento.
El ruido del tráfico en hora punta en la City de Londres, el silencioso concierto de las gotas golpeando el hielo en la cueva de Lofthellir, el sonido ensordecedor de las cataratas de Iguazú, una discusión de pareja en un idioma que no consigues descifrar, el viento golpeando los árboles, las olas del mar, el sonido de una tormenta desde el autobús o el tintineo de tazas, vasos y cafeteras cuando paras a descansar en algún café, son ingredientes imprescindibles para vivir al máximo tu viaje.
Los únicos momentos en los que considero aceptable ponerse los auriculares durante el viaje es en trayectos largos (excluyendo el transporte público) en autobús, o en el caso de que se haya alquilado un coche. En estos casos, ponerse la radio local puede ser una buena manera de hacer el camino más ameno.
DESPUÉS DEL VIAJE
Aunque hay estudios que apoyan la teoría de que viajar genera felicidad antes y durante, pero normalmente no después (ver Vacationers happier, but most not happier after), yo soy una firme defensora de que viajar es la clave de la felicidad a largo plazo, indispensable para el crecimiento personal y para aprender a entender y aceptar lo diferente. Por no hablar de la felicidad agridulce que nos traen los recuerdos de lo que hemos vivido y la gente que hemos conocido en el camino.
Si te gusta escribir sobre tus viajes, la música te ayudará a transportarte a los lugares que visitaste y a crear asociaciones que te ayuden a recomponer mentalmente las situaciones que viviste.
Si por el contrario, eres más de sacar fotos, una bonita manera de evitar la monotonía al ordenar, editar y compartir en tus redes las miles de fotos que sacaste, es hacerlo con música.
Como ves, aparte de nutrir tu cultura musical, hacer playlists de viaje por destinos es una buena manera de optimizar la experiencia. Especialmente antes de marchar, para ir poniéndote en situación, pero también durante los trayectos y una vez finalizado el viaje, para crear asociaciones, afianzar recuerdos y revivir momentos.
Por último, si necesitas inspiración para crear tus playlists te sugiero que le preguntes a Google qué música se escucha en X parte del mundo, y si tienes una cuenta de Spotify, puedes hacer tu búsqueda también desde ahí. Además, te sugiero realizar la búsqueda por género musical (P.ej.: Indie-rock Islandés), porque al fin y al cabo, se trata de escuchar música que nos motive ¡No crees jamás una playlist con la música popular de un lugar si no vas a ser capaz de disfrutarla!
Los últimos meses en Londres he visto más gente que nunca viviendo para trabajar y he visto a personas negarse a seguir haciéndolo. Casi todos nosotros entramos al mundo laboral con la intención de trabajar para vivir, aunque a veces, ya sea por necesidad o por otras muchas razones, hay quienes acaban sintiendo que viven para trabajar.
Este post ha nacido de una conversación reciente durante mi descanso con un encargado de una de las tiendas de la empresa en la que trabajo. Bromeando, nos ofrecía a mi compañera y a mí un viaje alegando que “tiene dinero”. Me pilló en mi momento Zen de después de varias horas de estrés, comiéndome, sin muchas ganas, uno de mis sándwiches. Así que fui bastante rotunda con un “You know what? It’s not all about money”, que viene a decir básicamente que el dinero no es todo y no lo compra todo.
Parece que le pillé por sorpresa, con lo que me soltó un discurso muy bien elaborado acerca de la importancia del dinero. Básicamente intentaba hacerme ver que el dinero hace falta para sobrevivir, y en general para todo aquello que quieres hacer en la vida. Si quieres comer bien necesitas dinero, si quieres viajar necesitas dinero, si quieres cualquier cosa que te haga feliz y dé sentido a tu vida necesitas dinero. Fair enough.
Todo eso es en cierta medida verdad. Vivimos en una sociedad de consumo y es muy difícil hacer las cosas que nos gustan sin dinero. Además, existen muy pocas personas en el mundo que puedan acceder a dinero sin trabajar, así que obviamente la gran mayoría de nosotros tendremos inevitablemente que trabajar para vivir.
Pero trabajar para vivir significa conseguir un trabajo que nos dé el dinero suficiente para vivir bien, dejándonos tiempo y energía para poder aprovecharlo.
Cuando empiezas a vivir para trabajar (a menos que tu trabajo sea tu vocación o que estés en un periodo de extrema necesidad), estás olvidando para qué empezaste a trabajar en primer lugar. Estas olvidando que tu necesidad no es el dinero, el dinero es sólo uno de los medios que necesitas para cubrir tus necesidades.
Los Inspiradores
Si he llegado a alguna conclusión, no ha sido sin ayuda. Últimamente he encontrado muchas personas que me han llevado a pensar sobre el tema, y me gustaría compartir sus historias con vosotros.
A de Ambición
Hace algunos meses conocí a un recién graduado en finanzas de origen asiático. A, era ambicioso y un poquito snob (dícese de una persona con tendencia a creerse superior y juzgar a los demás en función de factores superficiales).
Me contó un poco su historia y enseguida entendí por qué es quien es. Me pareció un claro ejemplo de la sociedad en la que vivimos, en la que se nos enseña que TODOS podemos llegar a donde queramos si nos esforzamos lo suficiente en la dirección correcta (os recomiendo un vídeo de Alain de Botton sobre “El Éxito”, que explica un poco más éste fenómeno).
Me contó también lo mucho que trabaja, haciendo turnos de 12 y a veces más horas al día en el mundo de la banca, trabajando incluso sábados y algún domingo, explicándome que cada hora que no trabaja, un paso más lejos quedan sus objetivos. Se sentía realmente en “su momento”, diciéndome que si no se mata a trabajar ahora entre los 20 y los 30, ¿cuándo va a hacer crecer su carrera?
Yo mientras tanto pensaba. Y si no vives ahora las experiencias que puedes tener con “veintipico”, ¿cuándo las vas a vivir? Como diría José Mújica (expresidente de Uruguay), “la vida se te escapa y se te va minuto a minuto, y no puedes ir al supermercado y comprar vida. Entonces, lucha por vivirla, por darle contenido a la vida”.
Con esto no quiero decir que no haya que luchar por nuestros sueños ni mucho menos. Hay que hacer sacrificios y trabajar mucho para llegar a dónde queremos. Pero no hay que olvidarse que estamos viviendo el presente, y ningún sueño merece olvidarse de vivir el camino. Si vives para SER más adelante, puedes caer en la trampa de olvidarte que tú ya ERES y anteponer tu hipotética felicidad futura a la que puedes vivir ahora mismo.
N de Necesidad
Aquí, en contraposición, tenemos a N. Una mujer madura, que sabe muy bien la diferencia entre vivir para trabajar y trabajar para vivir. N trabaja conmigo los domingos. En realidad N trabaja todos los días de la semana y sabe perfectamente lo duro que es y lo infeliz que puede hacer a alguien vivir para trabajar. Desgraciadamente, a veces hay personas que no están en situación de elegir, como A, si quieren trabajar para vivir o viceversa. Cuando vives una situación económica complicada, con personas a tu cargo y deudas que te ahogan, te faltan horas al día para intentar darle la vuelta a la situación.
Pero N no vivirá esa situación para siempre, y no educará a su hijo para que lo haga. Porque sabe que la vida es mucho más que el trabajo y el dinero que ganes con él.
De hecho, N consiguió un gran ascenso que le daría más dinero y más estatus que el que había tenido hasta el momento. También tendría menos tiempo y más dolores de cabeza que en toda su vida. ¿Sabéis que hizo N? Pedir su puesto anterior.
Le pregunté por qué muy extrañada, porque siempre he pensado que a las situaciones se les puede dar la vuelta y se puede agarrar al toro por los cuernos. Ella no lo dudó un momento: “Si voy a ser más infeliz, ¿para qué quiero más dinero? ¿Para gastármelo en rehabilitarme?”
R de Responsabilidad
R es de los tres, probablemente el que más me ha impactado. Entrado en años, con familia y con un cargo de responsabilidad, veo a R sufrir casi a diario. Su sentido de la responsabilidad es desmesurado. Él no vive para trabajar por dinero, ni siquiera por status. Vive para trabajar porque piensa que si no está él, algo va a salir mal, alguien no sabrá lo que tiene que hacer o lo hará mal, y se siente culpable y responsable por absolutamente todo lo que pasa o no pasa en el trabajo. Todo tiene que ser perfecto, y eso no puede pasar si él no está.
Lo veo sudar, estresarse, resoplar, llegar a trabajar tres horas antes de lo que debería y marcharse varias horas tarde. Me preocupa seriamente que le dé un ataque al corazón en cualquier momento delante de mí.
De los tres, es el más complejo, porque no llego a entender lo que le motiva a vivir para trabajar. No es ambición, y estoy segura de que tampoco es necesidad. Pero no pensaba que nadie pudiera llegar a un extremo como éste por un negocio que ni siquiera es suyo.
Hoy me he atrevido a preguntarle a ver si tiene un sueño. “Una vez tuve un sueño. Ya no más. Cuando todo en tu vida empieza a ir mal no tienes motivos para soñar, ni ganas de luchar por tus sueños.”
Entonces me he preguntado. ¿Será R de Responsabilidad o R de Refugio?
V de Vocación
Por ahora en estos meses no he tenido la oportunidad de conocer a esta persona. Pero abundan en el mundo aunque sean difíciles de encontrar. Estas personas representan el equilibrio perfecto entre la vida y el trabajo. El trabajo forma parte de lo que las hace felices en su vida, de manera que da igual las horas que metan en ello, porque lo disfrutan tanto que no es una necesidad, sino un auténtico placer. Me parece que los emprendedores son un buen ejemplo de este equilibrio.
No todo el mundo sabe cuál es su vocación, o simplemente no tiene los recursos o no se han dado las circunstancias de la vida necesarias para que pueda llegar a hacerlo. Sin embargo, ya que trabajar es necesario para sobrevivir y de eso no hay duda, buscar tu vocación y luchar para poder convertirla en tu forma de vida es un esfuerzo que merece la pena hacer.
En resumen. Hay miles de personas hoy en día que dedican su vida a trabajar, por razones muy diferentes y en muchas ocasiones sin poder decidirlo voluntariamente. Si tu trabajo te hace feliz, no es un problema en absoluto. Si no es el caso, me parece importante saber trazar muy bien los límites y no dejar que tu trabajo los sobrepase. Porque la vida es mucho más que trabajar, y no te gustaría perdértela.
“We don´t see things as they are. We see them as we are”
(No vemos las cosas como son. Vemos las cosas como somos)
Anais Nin
Cita extraída de It’s Not How Good You Are, It’s How Good You Want to Be de Paul Arden
Con este post no intento desvelar nada que no sepamos hasta ahora. Hemos oído hablar de la actitud desde que tenemos uso de razón y conocemos hasta aburrir frases célebres que resumen la esencia de LA ACTITUD.
Con este post sólo pretendo compartir mi propia experiencia sobre el tema y dar que pensar sobre cómo cada uno de nosotros la vive.
Todos conoceréis la famosa frase “No podemos controlar lo que nos pasa, pero sí lo que hacemos con lo que nos pasa”. Pues es cierto. Nunca estaremos en condiciones de elegir lo que nos toca vivir, pero sí que podemos decidir cómo vivirlo y qué hacer con respecto a ello.
Qué es LA ACTITUD
¿Qué es la actitud?¿Se nace o se hace?¿Es una forma de pensar?¿Es una sola cosa, o hay muchos tipos de actitud?
Últimamente he estado pensando bastante sobre la actitud e incluso lo he discutido y rediscutido con una amiga durante horas y horas de café, y éstas son algunas de las preguntas que me han estado rondando la cabeza. Obviamente no he conseguido ninguna verdad absoluta (básicamente porque la verdad absoluta es un cuento chino), pero sí que he llegado a una serie de conclusiones que pueden ser útiles.
Para mí habría que dibujar una línea entre actitudes (diferentes formas de actuar en situaciones concretas) y la ACTITUD en mayúsculas, que es de lo que trata el post. Para mí ésta última es una forma de actuar en la vida, que viene determinada por actitudes concretas y condicionada por nuestra forma de pensar. Pensar en positivo nos lleva a actuar en positivo, y la ACTITUD es lo que pasa si actúas en positivo como norma general.
Es un compromiso con uno mismo. Esto significa que, aunque haya personas con mayor facilidad para desarrollarla, no se nace con ella. Porque un compromiso es una decisión, y las decisiones se toman con el tiempo y las experiencias.
Es la decisión de comprometerse a tomar las riendas de nuestra vida y cómo la vivimos. Tener actitud no implica tener el control en todo momento de cómo nos sentimos. Somos humanos, y no tenemos que sentirnos siempre felices y capaces de todo. Es más, sentirnos vulnerables hoy nos hace aprender a sentirnos fuertes mañana.
Pero la actitud es comprometernos a intentar SER NUESTRA MEJOR VERSIÓN. A aceptar que vamos a caer una y otra vez, y a levantarnos una y mil veces; sonreir, sacudirnos el polvo de los pantalones y seguir avanzando.
Esto es lo que para mí representa la actitud. Aceptarnos, aceptar lo que nos pasa, sonreir y tratar de darle la vuelta a todo hasta SER QUIEN QUEREMOS SER.
Aterrizando las ideas…
Después de teorizar abstractamente sobre el tema, es hora de aterrizar y hacerlo sencillo. Aquí dejo una serie de ideas importantes que hay que tener en cuenta:
La actitud de cada uno de nosotros frente a la vida determinará la actitud de la vida hacia nosotros.
No pierdas tiempo y recursos en conseguir que nada se tuerza. Como dice Murphy, si algo se puede torcer es posible que lo haga. Una gran mayoría de las cosas están fuera de nuestra área de influencia. Centra tus esfuerzos en entrenar tu forma de pensar, sentirte y actuar frente a los contratiempos.
Pensamientos positivos = Actitudes positivas = Acciones positivas = Resultados mucho mejores. (Puede que el resultado siga sin ser el que esperas, pero será mucho mejor sin duda).
¿Sabes quién quieres ser? Puede que no del todo. ¿Sabes quién no quieres ser? Pues comprométete a no volver a ser esa persona.
Un ejemplo:
Llevo meses trabajando en algo que no me gusta y que sé que no es mi futuro y no va a durar mucho, pero por X y por Y cambiar ese trabajo ahora mismo no es una opción. Esas certezas me hacen empezar mi turno desmotivada y a medio gas. Cuando salgo de trabajar me siento incluso más frustrada pensando que ese trabajo sólo consigue quitarme la energía para hacer lo que realmente quiero. Esto, es no tener ACTITUD.
Ahora bien, un día me levanto y decido invertir mi energía en ir a trabajar y ser mi mejor versión. Si el trabajo me da igual, ¿por qué?
Porque la energía que inviertes en superarte, incluso en algo que te da exactamente igual, genera más energía. Y cuando hablo de energía, no me refiero a energía física exclusivamente (que me ha dicho un pajarito que esto no se entendía), sino a esa energía transformadora que te hace sentir con ganas de hacer cosas y capaz de todo. Y lo mejor es que esa energía se contagia a las personas que tienes alrededor. No sé si será algo hormonal o simplemente que se subestima el poder de una sonrisa, pero está demostrado y si no me creéis, podéis ponerlo a prueba.
Y ahora me despedido con un fragmento que parece venir de Aristóteles, llamado La Revolución del Alma.
“Nadie es dueño de tu felicidad, por eso no entregues tu alegría, tu paz, tu vida en las manos de nadie, absolutamente de nadie.
Somos libres, no pertenecemos a nadie, y no podemos querer ser dueños de los deseos, de la voluntad o de los sueños de quién quiera. La razón de tu vida eres tu mismo.
Tu paz interior es tu meta en la vida.
Cuando sientas un vacío en el alma, cuando acredites que aún te está faltando algo, aun teniéndolo todo, guarda tus pensamientos para tus deseos más íntimos y busca la divinidad que existe en ti.
¡Deja de situar tu felicidad cada día más distante de ti! No coloques el objetivo demasiado lejos de tus manos, abraza a los que están a tu alcance hoy…
Si andas preocupado por problemas financieros, amorosos o de relaciones familiares, busca en tu interior la respuesta para calmarte. Tú eres el reflejo de lo que piensas diariamente.
¡Deja de pensar mal de ti mismo y se tu mejor amigo siempre!
Sonreír significa aprobar, aceptar, facilitar. Entonces, habrá una sonrisa para aprobar el mundo que quiere ofrecerte lo mejor.
Con una sonrisa en el rostro las personas tendrán las mejores impresiones de ti, y tú estarás afirmando para ti mismo, que estas «PRÓXIMO» a ser feliz.
Trabaja, trabaja mucho a tu favor, deja de esperar la felicidad sin esfuerzos.
Deja de exigir de las personas aquello que ni para ti has conquistado aun. Criticar menos, trabajar más y, no te olvides nunca de agradecer.
Agradece todo lo que está en tu vida en cada momento, inclusive el dolor.
Nuestra comprensión del Universo aún es muy pequeña para juzgar lo que quiere que sea en nuestra vida.
LA GRANDEZA NO CONSISTE EN RECIBIR HONORES, SINO EN MERECERLOS.”
Los autobuses en Londres, aparte de ser rojos y en su mayoría de dos pisos, gozan de otras particularidades que el resto de buses en el mundo no tienen. Y es que a veces, los autobuses londinenses se divierten.
Se divierten, sí. Se divierten y, aunque pueda parecer gracioso, os puedo asegurar que es gracioso para todo el mundo menos para los que tienen que coger el autobús divertido.
Probablemente lo primero que os habrá venido a la cabeza es algo parecido a esto: Sin embargo, la popular “Bus Party”, no es mi tema de hoy. Cuando hablo de autobuses divertidos, la imagen que os debería venir a la cabeza es más parecida a la siguiente:
Así es amigos, la diversion para nuestros colegas británicos tiene más en común con carreteras cortadas que con fiestas.
Esto ya lo descubrí hace bastante, y la primera vez que me topé con uno de estos carteles me hizo mucha gracia y no faltó la foto de rigor que me dediqué a hacer circular durante todo el día. Después me olvidé de la “diversion” hasta que el otro día tuve la suerte de tener que coger un autobús divertido. En uno de esos días que te propones llegar pronto a casa después de alguna cerveza porque tienes que trabajar al día siguiente…
Allí estaba yo esperando a cualquiera de las dos líneas de autobús que podían llevarme a casa a esas horas en las que el metro no es una opción (el metro no funciona por las noches, para aquellos que no estéis familiarizados con la vida nocturna en Londres). A la media hora, y tras haber consultado en Google Maps varias veces la hora exacta en la que se suponía que pasaría mi bus (Google Maps inocentemente no hacía más que decirme que estaba a punto de llegar), descubrí un bonito y bastante bien camuflado cartel que decía “Diverted Buses” y una larga lista de líneas que habían sido desviadas. Así que queridos lectores…
Nota Mental: Si estáis esperando a vuestro autobús durante más de 30 minutos, es bastante probable que se esté divirtiendo bastante más que vosotros mientras esperáis. Mi consejo es que paréis un taxi u os deis un paseo hasta la siguiente parada… Just in case.
O si no, siempre os podéis unir a la causa de Soft Sleeps.