Porque después de la tormenta siempre sale el sol y con él, se evapora todo lo que quedaba de ella. Así amanece hoy entre Inveraray y Luss, afianzando mi ocurrencia de que lo mejor del viaje no siempre se encuentra en el destino sino en ruta.
No soy la primera que piensa esto. Allá por los 80 Julio Cortázar y su mujer Carol Dunlop pensaron que a menudo nos olvidamos de que el trayecto es una parte del viaje tan importante como el propio destino. De ahí surgio su libro LosAutonautas de la Cosmopista, Un Viaje Atemporal París-Marsella, en el que hacen de la autopista entre París y Marsella su particular destino de viaje.
En definitiva, no nos aferremos a ideas preconcebidas. Una buena tormenta en mitad de unas vacaciones puede ser un regalo. No hay que olvidarse de disfrutar el trayecto, más allá de las ventanillas del coche hay todo un mundo por descubrir. En Escocia también sale el sol. Y Julio Cortázar no sólo escribía novelas surrealistas.
«La vida es como una sinfonía,quien no viaja es como si sólo escuchase el primer movimiento»
Artist: Tarsila – Photo taken by Glocal Dreamer in Galway, Ireland 09/2014
No hace falta ser un experto en psicología de la música o en musicoterapia para intuir sus efectos positivos en nuestro día a día. Todo aquel que escucha música habitualmente se habrá dado cuenta del poder que ejerce en nuestras emociones. Habrá notado que cada estado de ánimo nos pide un tipo de música concreto, que se puede pasar de estar bolita en el sofá a estar motivadísimo saltando por el pasillo, o de estar estresado a sentirse en completa calma en menos de 30 minutos.
Hoy, sin embargo, no vengo a explicar los miles de beneficios de la música para la salud física y emocional de las personas ya que considero que hay demasiados artículos sobre el tema (si estáis interesados en la psicología de la música haced click aquí).
Este post lo escribo porque soy muy fan de combinar pasiones y me gustaría compartir los beneficios que he encontrado de la fusión entre escuchar música y viajar:
ANTES DEL VIAJE
Escuchar música antes del viaje no sólo ayuda a despertar las ganas de viajar, sino que es un fuerte motivador a la hora de organizar el viaje.
Mi recomendación es que cada uno cree su propia playlist con canciones que intensifiquen sus ganas de viajar. Pero además, recomiendo crear playlists diferentes para cada destino, con artistas autóctonos o que hable sobre los lugares que se planean visitar.
Yo por ejemplo, en mi último viaje a Islandia, creé una lista con imprescindibles islandeses como Of Monsters and Men, Sigur Rós y Björk, pero también intenté ir más allá con algunos artistas no tan internacionalmente conocidos como Pollapönk, Jonás Sig o Mugison, e incluso un poquito de música tradicional.
Sé Lest – Sigur Ros: Así suena Islandia para mí
Esto nos ayuda a trasladarnos mentalmente al destino, multiplicando nuestra curiosidad y ayudándonos a planificar el viaje con mucho más entusiasmo y ganas. También es muy positivo a la hora de crear un primer vínculo con nuestro destino. Un primer acercamiento en el que empezamos a entender rasgos de ese lugar, de su cultura, sus costumbres y su vida cotidiana.
DURANTE EL VIAJE
Sinceramente no soy muy partidaria de escuchar música durante el viaje, a menos que sea música en vivo, música callejera, la música del taxista o la música que resuena sobre un andamio mientras el pintor da pinceladas al ritmo de la canción.
Charity Children – Photo taken by Glocal Dreamer in Mauerpark, Berlin 09/2015
Hay que aprender a escuchar al destino sin distracciones y disfrutar con sus sonidos, no sólo con sus paisajes. La mejor manera de vivir un viaje es utilizando los 5 sentidos en todo momento.
El ruido del tráfico en hora punta en la City de Londres, el silencioso concierto de las gotas golpeando el hielo en la cueva de Lofthellir, el sonido ensordecedor de las cataratas de Iguazú, una discusión de pareja en un idioma que no consigues descifrar, el viento golpeando los árboles, las olas del mar, el sonido de una tormenta desde el autobús o el tintineo de tazas, vasos y cafeteras cuando paras a descansar en algún café, son ingredientes imprescindibles para vivir al máximo tu viaje.
Los únicos momentos en los que considero aceptable ponerse los auriculares durante el viaje es en trayectos largos (excluyendo el transporte público) en autobús, o en el caso de que se haya alquilado un coche. En estos casos, ponerse la radio local puede ser una buena manera de hacer el camino más ameno.
DESPUÉS DEL VIAJE
Aunque hay estudios que apoyan la teoría de que viajar genera felicidad antes y durante, pero normalmente no después (ver Vacationers happier, but most not happier after), yo soy una firme defensora de que viajar es la clave de la felicidad a largo plazo, indispensable para el crecimiento personal y para aprender a entender y aceptar lo diferente. Por no hablar de la felicidad agridulce que nos traen los recuerdos de lo que hemos vivido y la gente que hemos conocido en el camino.
Si te gusta escribir sobre tus viajes, la música te ayudará a transportarte a los lugares que visitaste y a crear asociaciones que te ayuden a recomponer mentalmente las situaciones que viviste.
Si por el contrario, eres más de sacar fotos, una bonita manera de evitar la monotonía al ordenar, editar y compartir en tus redes las miles de fotos que sacaste, es hacerlo con música.
Como ves, aparte de nutrir tu cultura musical, hacer playlists de viaje por destinos es una buena manera de optimizar la experiencia. Especialmente antes de marchar, para ir poniéndote en situación, pero también durante los trayectos y una vez finalizado el viaje, para crear asociaciones, afianzar recuerdos y revivir momentos.
Por último, si necesitas inspiración para crear tus playlists te sugiero que le preguntes a Google qué música se escucha en X parte del mundo, y si tienes una cuenta de Spotify, puedes hacer tu búsqueda también desde ahí. Además, te sugiero realizar la búsqueda por género musical (P.ej.: Indie-rock Islandés), porque al fin y al cabo, se trata de escuchar música que nos motive ¡No crees jamás una playlist con la música popular de un lugar si no vas a ser capaz de disfrutarla!
Hasta hace no mucho no sabía cómo definir el síndrome del espíritu viajero, simplemente porque no existe una palabra concreta para esto en castellano. Sin embargo, me alegré mucho cuando descubrí que en otros idiomas sí que tiene nombre propio. Porque seamos sinceros, si no puedes nombrar algo es casi como si no existiera, mientras que un nombre vuelve el sentimiento más real, universal y compartido.
A lo que los nativos ingleses se refieren como WANDERLUST, yo simplemente lo llamaba “ansia”, “mono”, “quiero teletransportarme a una isla desierta” o “a mí metedme en un avión rumbo a cualquier parte y ya encontraré el camino de vuelta”.
Todo empieza sin casi darte cuenta, cuando estando en casa sueñas despierto con estar en otro lugar. Pero eso no es suficiente, eso es algo que hacemos el 99% de la población, en especial en horas de trabajo.
El verdadero detonante, lo que marca la diferencia, es el primer gran viaje. Esa primera aventura que libera la necesidad innata de viajar. Si lo mezclas con un buen chorro de curiosidad y unas cucharadas del aventurero que llevas dentro, se transformará en una realidad irrevocable de la que sabes que no te podrás, ni querrás, escapar.
Una vez superado ese primer momento de pánico cuando haces un gran descubrimiento (lo mismo que cuando te enamoras, o cuando vas a dar el primer mordisco a un experimento culinario), sólo te queda dejarte llevar por esa necesidad y no ponerle límite.
Y ¡voilá! Ahora ya eres oficialmente un wanderer, viajero, aventurero, trotamundos, nómada, espíritu libre, explorador o, como dirían las abuelillas de mi pueblo “una culo inquieto”.
Eso es el Wanderlust para mí. Mucho más que las ganas de irse de vacaciones común a todo ser humano. Es una necesidad esencial de descubrir cada rincón del planeta, sin prisa pero sin pausa. Y sobre todo, no es una necesidad pasiva, es una necesidad que te arrastra a la acción.
Las EXPO Universales tienen ya un largo recorrido, desde la primera exhibición en 1851 en el Palacio de Cristal de Hyde Park, Londres. Desde entonces, este tipo de evento se ha ido popularizando, y se prevé la llegada de 29 millones de visitantes para esta Edición en Milán.
La Cara
Bajo el slogan “Alimentar el planeta, energía para la vida”, la EXPO (seguíd el enlace para más info. sobre eventos, precio, participantes, etc.) de este año tratará de abordar la creciente problemática de la alimentación en el mundo, donde a día de hoy millones de personas siguen pasando hambre, mientras que otras padecen obesidad. Y donde se estima que se tira en torno al 30% de los alimentos que se producen. La elección del tema surgió, de hecho, de un estudio de las Naciones Unidas que prevé una población mundial para 2050, de nada menos que 9 mil millones de personas, que puede sin duda dar lugar a una crisis de alimentos.
El objetivo de la EXPO, por tanto, es trabajar sobre esta situación desde diversas perspectivas, concienciando a los visitantes y dando pie a más de los 140 países participantes a trabajar juntos en busca de soluciones reales. Os dejo aquí una lista de los subtemas que se tratarán:
– Ciencia para la seguridad y calidad alimentaria.
– Innovación en la cadena de abasto de alimento agropecuarios.
– Tecnología para la agricultura y la biodiversidad.
– Educación nutricional.
– Solidaridad y cooperación en alimentos.
– Alimentos para mejores niveles de vida.
– Alimentos en las culturas del mundo y grupos étnicos.
Aunque tengo la intención de buscar algún hueco en el verano para escaparme unos días a Milán, todavía no puedo dar información de primera mano al respecto. Sin embargo, he estado curioseando y he descubierto cosas bastante interesantes.
Una de las propuestas que más ha llamado mi atención es “La Colmena”, desarrollada en el pabellón de Reino Unido, una reproducción del Hábitat de las abejas en el que el visitante podrá sumergirse con los cinco sentidos, hasta llegar a una terraza ambientada con música de Spiritualized y Sigur Rós y degustar aperitivos de la mano de chefs británicos como Tom Aikens o Angela Hartnett.
En general, parece que el arte y la gastronomía serán los protagonistas en la mayoría de pabellones. Incluso el Circo del Sol estará presente con su show “Allavita!” hasta finales de Agosto. Sin duda, me parece una opción interesante para todos aquellos que estéis planeando una escapada de verano y no hayáis encontrado por ahora un destino que os seduzca.
La Cruz
A pesar de lo interesante que me parece la EXPO de 2015, no me he podido resistir a hacer una pequeña reflexión crítica. Desde el primer momento, una parte de mí no estaba convencida con la iniciativa, por varias razones.
Primero, aunque la propuesta parece ambiciosa y se centra en una causa más que importante en el mundo de hoy, me pregunto hasta qué punto el objetivo fundamental es dar solución a estos problemas, o generar lucro a grandes empresas y hacer propaganda y algo de “postureo”.
Viendo las instalaciones, empecé a curiosear sobre los costes, y he de decir que no se ha reparado en gastos. Italia va a dejarse en la EXPO más de mil millones de euros (lo que los más de 140 países participantes hayan invertido ya no lo se), que se dice pronto, y existe desde 2007 un gran movimiento en contra del evento.
Además del tema económico, me preocupaba el concepto de sostenibilidad, que se supone que es uno de los pilares centrales del evento. Sin embargo, ni se ha reparado en gastos, ni en recursos materiales (electricidad, agua, madera, aluminio, cemento, etc.). Así que me resulta bastante contradictorio el pretender poner de manifiesto la necesidad de un mundo más sostenible, desde unas instalaciones “a lo grande” que parecen más bien pensadas para impresionar que para dar ejemplo del cambio que persiguen.
Punto tres, no he podido evitar curiosear entre las empresas presentes en la EXPO (entre ellas, irónicamente, McDonald’s), en su mayoría grandes multinacionales. No quiero dudar de sus buenas intenciones, pero a mí me huele a “postureo” y a “Sí, es una causa importantísima… Vamos a desarrollar unas cuantas soluciones innovadoras, y ya de paso nos facilitamos la obtención de eco-credenciales de los países participantes”.
Aquí os dejo un vídeo del movimiento No EXPO.
Dicho esto, sigo pensando que es un evento que merece la pena visitar, pero eso sí, con la mente abierta a valorar las dos caras de la moneda. Yo, por mi parte, estaría encantada de ir y descubrir mucho más que arte, grandes estructuras y gastronomía. Me gustaría encontrarme grandes ideas (más allá del postureo) transformadas en compromisos que no se olviden después de Octubre.
Si alguno se me adelanta, por favor, estaría encantada de leer vuestra experiencia. Buenas noches! 🙂