Además de una canción de Ella Fitzgerald, una película no muy exitosa y un intento de secuela de la saga Crepúsculo, el sol de medianoche es un fenómeno mágico, pero tan real como tú o como yo.
Es un espectáculo digno de presenciar, que se puede disfrutar en parajes remotos cercanos al Círculo Polar Ártico (y Antártico en invierno) durante los meses de verano, como por ejemplo en el norte de Islandia. Allí, durante el verano parar el tiempo resulta no ser tan utópico.
El sol nunca se esconde, haciendo que los atardeceres sean eternos hasta fusionarse con el amanecer, cuestionando todas nuestras nociones sobre el paso del tiempo.