Fragmentos viajeros: Oxígeno 2

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Veo a mucha gente ahogarse en la rutina, deseando ahorrar para poder escapar unos días lo más lejos posible y olvidarse de todo. Qué pena que no hayan descubierto todavía que a veces basta con salir a la naturaleza y respirar, más alto que las nubes, para soltar su nudo en el pecho.

I often see people burdened with the routine, trying to save up enough money to run away as far as possible. What a pity that they haven’t realised how a simple nature walk, how taking a deep breath from above the clouds, can be all they need to release the pressure held in their chest.

Fragmentos viajeros: Entre el cielo y el mar.

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Brighton

Allí está otra vez, tras el mar revuelto de Brighton, esa delgada línea de mentiras que sólo existe en nuestra imaginación. Entre el mar y el cielo, el horizonte.

And there it is again, beyond Brighton’s rough sea, that small fictional line drawn by our imagination. Dividing the sea and the sky, the horizon.

Fragmentos viajeros: City lights

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Vistas desde Regent Terrace, Edimburgo. Cuando la oscuridad te pilla desprevenida en una ciudad que no conoces. Apenas son las cinco de la tarde, pero pronto empiezas a sentirte como si fueran las nueve, como si las luces de la ciudad te hubieran hecho perder la noción del tiempo y hubieses andado durante horas.

Views of Edinburgh from Regent Terrace. In that moment when the darkness catches you unaware in a city you barely know. Even though it is five o’clock, it feels like it is nine already, as if you would have been hypnotized by the city lights, having wandered around for a couple of hours.

WANDERLUST: O el Síndrome del Espíritu Viajero

Hasta hace no mucho no sabía cómo definir el síndrome del espíritu viajero, simplemente porque no existe una palabra concreta para esto en castellano. Sin embargo, me alegré mucho cuando descubrí que en otros idiomas sí que tiene nombre propio. Porque seamos sinceros, si no puedes nombrar algo es casi como si no existiera, mientras que un nombre vuelve el sentimiento más real, universal y compartido.

A lo que los nativos ingleses se refieren como WANDERLUST, yo simplemente lo llamaba “ansia”, “mono”, “quiero teletransportarme a una isla desierta” o “a mí metedme en un avión rumbo a cualquier parte y ya encontraré el camino de vuelta”.

Todo empieza sin casi darte cuenta, cuando estando en casa sueñas despierto con estar en otro lugar. Pero eso no es suficiente, eso es algo que hacemos el 99% de la población, en especial en horas de trabajo.

El verdadero detonante, lo que marca la diferencia, es el primer gran viaje. Esa primera aventura que libera la necesidad innata de viajar. Si lo mezclas con un buen chorro de curiosidad y unas cucharadas del aventurero que llevas dentro, se transformará en una realidad irrevocable de la que sabes que no te podrás, ni querrás, escapar.

Una vez superado ese primer momento de pánico cuando haces un gran descubrimiento (lo mismo que cuando te enamoras, o cuando vas a dar el primer mordisco a un experimento culinario), sólo te queda dejarte llevar por esa necesidad y no ponerle límite.

Y ¡voilá! Ahora ya eres oficialmente un wanderer, viajero, aventurero, trotamundos, nómada, espíritu libre, explorador o, como dirían las abuelillas de mi pueblo “una culo inquieto”.

Eso es el Wanderlust para mí. Mucho más que las ganas de irse de vacaciones común a todo ser humano. Es una necesidad esencial de descubrir cada rincón del planeta, sin prisa pero sin pausa. Y sobre todo, no es una necesidad pasiva, es una necesidad que te arrastra a la acción.

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ISLANDIA 2015

Y tú, ¿sientes el Wanderlust?